SAR es un abonado a las revoluciones de colores y a esas primaveras árabes que gusta de calificar de espontáneas, asumiendo el mismo discurso que el gobierno de EE.UU. y sus socios de la UE. Recientemente nuestra compañera Gaby publicaba la traducción de una excelente conferencia de Rainer Mausfeld («¿Por qué callan los corderos?»), en la que precisamente se pone de manifiesto el trasfondo de estas revoluciones cromáticas y primaveras que tanto le gustan a SAR y que tanto defiende. Dice Mausfeld:
Una estrategia totalmente distinta se persigue cuando las sublevaciones van dirigidas contra un gobierno desaprobado por la “comunidad de valores occidentales”. En tal caso se considera que los movimientos hacia el cambio sistémico deseado reflejan la voluntad de libertad del pueblo, por lo que han de ser fomentados por todos los medios a modo de “promoción democrática” (“democracy promotion”). Obrar un cambio sistémico sin que intervenga ninguna fuerza militar y que parezca salir del centro del pueblo, se llama “revolución de colores”. Comparada con los múltiples golpes de Estado y militares de la CIA durante décadas, tiene una serie de ventajas. Estos cambios sistémicos encubiertos suelen salir más económicos y son mejor recibidos y aceptados entre el público occidental y la comunidad internacional que cualquier golpe.
Aunque las trastienda de estas «revoluciones de colores» resultan muy evidentes como nos hace ver Rainer Mausfeld, SAR insiste en todo lo contrario, ejerciendo de charlatán legitimador del discurso dominante de las élites y sus medios sistémicos. Y es que, para que esto que nos explica Mausfeld pueda ser viable, se necesitan cocineros intelectuales, autores como SAR que vendan convenientemente el «producto», la mentira, el espejismo…
Diríase que de la pluma de SAR siempre salen escritos con un común denominador: una defensa del status quo del Imperio americano y de sus socios europeos. Pero no lo hace nítidamente (generaría rechazo en su público), sino de forma más o menos velada y a menudo recurriendo a una sutil estrategia discursiva: la de meter por medio aseveraciones susceptibles de levantar el apoyo de personas progresistas. Es muy importante que tengamos en cuenta que SAR escribe para un tipo de público que se considera de izquierdas, presentándose como un intelectual y militante de la izquierda. Esto le otorga un plus de credibilidad entre aquellos lectores más ingenuos o menos formados, pero a la vez le obliga a recurrir a artes del trilero. El truco consiste en introducir en el discurso ciertos guiños que siendo fácilmente reconocidos por ese lector confiado de izquierdas, predispone a éste a tragarse con gusto el resto del plato.
Por ello, estos personajillos que se pavonean por la pasarela progreburguesa vendiendo una imagen de sí mismos como intelectuales divos y divinos, actúan de vacuna sistémica. ¿Por qué exactamente?
Una vacuna es un antígeno que, introducido en el organismo, genera anticuerpos de defensa contra microorganismos patógenos. El antígeno puede ser semejante al microorganismo patógeno que se pretende combatir, pero previamente se ha convertido en inocuo, en una cepa no peligrosa. Identifíquese el organismo con la sociedad y el microorganismo patógeno como el peligroso virus de la izquierda que amenaza con destruir el orden existente (un virus que se muestra resistente al tratamiento convencional suministrado por los medios sistémicos). Nada mejor que recurrir entonces a una cepa inocua procedente de esa misma izquierda, para generar los necesarios anticuerpos ideológicos que permiten al Poder controlar y someter el virus subversivo. Por ello, los creadores de opinión como SAR, toman una apariencia de intelectuales de la izquierda, que se formaliza por ejemplo en cierta crítica al sistema. Pero tal crítica, aunque a veces nos pueda parecer contundente, en realidad es inocua y tiene como misión generar anticuerpos ideológicos entre las personas con riesgo de contraer la enfermedad subversiva.
No cabe duda: SAR es un buen ejemplo de intelectual que actúa como vacuna sistémica. La duda está en si lo hace porque le pagan para ello, o si lo hace por convicción.
Un cagón compulsivo: la culpa de que haya refugiados sirios, es del gobierno sirio, de Irán y de Rusia.
- no creo que los EEUU tengan en estos momentos una política internacional más agresiva que en el pasado
- EEUU nunca ha intervenido tan poco, al menos en términos militares convencionales
- EEUU lleva diez años sin intervenir militarmente en ningún sitio.
- EEUU en Libia dejó a los franceses e ingleses el protagonismo, se ha reprimido en Siria, se ha retirado de Iraq, se está retirando de Afganistán, va a reducir sus fuerzas armadas y su presupuesto de defensa.
Y en otro artículo del mismo portal: «No es la OTAN quien está bombardeando a los libios sino Gadafi» y «En Libia se ha producido una revolución popular».
Sin embargo, para que semejante patraña pueda tener alguna credibilidad entre el público de izquierdas, es necesario introducir un elemento de crítica que no ensombrezca la afirmación principal, tal como antes explicaba. Por ello SAR hacer referencia también al suministro de recursos y armas hacia los yihadistas por parte de Arabia Saudí, Turquía, EEUU y la UE. Esta referencia a SAR le viene impuesta, ya que hasta los medios sistémicos más pro-norteamericanos han reconocido tal ayuda (después de haberla negado durante mucho tiempo, hasta que las evidencias hicieron imposible seguir ocultando la verdad sobre el apoyo de EE.UU. al yihadismo). Ahora bien, esta inevitable nota crítica es introducida de tal forma en su discurso, que no desvía la atención de lo que el autor desea enfatizar: los culpables son el gobierno sirio, Rusia, Irán y Hizbullah. Lo demás aparece ya en un segundo plano de importancia. Tal ejercicio de manipulación convierte a SAR en un encantador de serpientes.
En su dialéctica fecal, SAR consigue rizar el rizo al sugerir que vivimos en un error: «se ha asentado en nuestra opinión pública la idea de que el peligro para los sirios -y también para Europa- es el Estado Islámico». Así que, estimado lector, si consideras que el Estado Islámico es el peligro, estás en un error si hacemos caso a su excelencia SAR. E insiste en su cagada: en esto, «curiosa y dolorosamente, están de acuerdo los gobiernos que atienden a regañadientes a los refugiados, la extrema derecha que los concibe como enemigos y un sector de la izquierda “antiimperialista” que apoya los crímenes de Bachar Al-Asad». El peligro para SAR, por supuesto, es el gobierno sirio y el yihadismo es apenas una disculpa, una distracción de la atención.
¿Cómo fundamenta SAR semejante afirmación? Básicamente argumentando que la crisis de los refugiados es anterior a la intervención del yihadismo en Siria, siendo provocadas por la represión del gobierno de Bachar Al-Asad. ¿Estamos ante un tonto o ante un cínico canalla? Dice:
«el 11 de julio de 2014, antes de la “invasión” de Iraq y Siria por parte del EI, había ya 3 millones de refugiados sirios en la región y que, si en el último año esa cifra ha aumentado en 1 millón».
La manipulación de SAR es de campeonato. Las acciones terroristas del llamado Ejército Libre de Siria, formado mayoritariamente por mercenarios extranjeros, y de otros grupos integristas, se iniciaron en el año 2011, provocando los primeros desplazamientos de población. Cuando a mediados de 2014, el EI (Estado Islámico) después de enfrentarse a otras facciones consigue hacerse con el control del Este de Siria y de una parte de Irak, el terrorismo yihadista ya llevaba más de tres años arrasando el país y cometiendo sus crímenes. El EI no surge por arte de magia, de la nada, y el terror yihadista no comenzó en verano de 2014. Un detallito que SAR pasa por alto.
Los testimonios que nos están llegando de los refugiados sirios, culpan al integrismo de su dramática diáspora. Sin embargo, SAR lo tiene más claro que los propios refugiados: la culpa es de Al-Asad, digan lo que digan aquellos que vagan por Europa buscando un refugio seguro.
Human Rights Watch (HRW) es una ONG americana que recientemente salió en defensa del venezolano Leopoldo López, al que califica de «víctima» y «prisionero político». Esta ONG, a la que Santiago Alba Rico otorga plena credibilidad y cuyos informes utiliza como fuente solvente, está en el ojo del huracán del escándalo:
«El 12 de mayo de 2014, la irlandesa Mairead Maguire y el argentino Adolfo Pérez Esquivel ―ambos premios nobel de la paz―, junto con un centenar de profesores de Estados Unidos y Canadá, solicitaron a Human Rights Watch que tomara «medidas concretas para afianzar la independencia» de la organización, ya que sus más altos directivos tenían relación directa con el Partido Demócrata, con el gobierno de Estados Unidos y también con la CIA (Agencia Central de Inteligencia). La carta se dirigía al director de Human Rights Watch, Kenneth Roth, y se solicitaba el fin de las «puertas giratorias» entre dichas instituciones y Human Rights Watch. Entre los personajes relacionados con dichas instituciones estaban Miguel Díaz (ex-analista de la CIA en los años noventa y actual funcionario del Departamento de Estado), Tom Malinowki, Miles Frechette y Michael Shifte que tendrían vínculos directos con el Partido Demócrata. El 3 de junio de 2014, Human Rights Watch respondió argumentando que su «preocupación está fuera de lugar». El 8 de julio de 2014, los dos premios nobel ―junto a otros activistas― volvieron a solicitar a Human Rights Watch la destitución de sus puestos en Human Rights Watch a personas relacionadas con el Gobierno de Estados Unidos, así como la expulsión del exsecretario general de la OTAN, Javier Solana, de la junta directiva de Human Rights Watch.» (Wikipedia; véase también: A) «Nobel Peace Laureates Slam Human Rights Watch’s Refusal to Cut Ties to U.S. Government. Human Rights Watch’s affiliation with ex-CIA and NATO officials generates perverse incentives and undermine its reputation for independence.»; B) Who is behind Human Rights Watch?)
«(…) Amnesty International Limited para ver cómo recibe dinero de las corporaciones (ej. Open Society del criminal financiero Soros) o de gobiernos, como el británico, o de la propia Comisión Europea. Esta, la Comisión Europea, forma parte de la Troika (junto al Banco Central Europeo y el FMI), que están destruyendo con las corporaciones la democracia y el nivel de vida en Europa, y curiosamente financian a Amnistía, lo que nos dice muchas cosas. «
Sobre este tipo de organizaciones os sugiero la lectura del epígrafe «Instigar o incitar la sublevación», en el artículo de Rainer Mausfeld «¿Por qué callan los corderos?». Me ha parecido muy clarificador un testimonio recogido en este artículo por Mausfeld, de un dirigente de una de estas organizaciones (Allan Weinstein, ex presidente de NED): «mucho de lo que estamos haciendo hoy día, ya lo venía haciendo la CIA hace 25 años de modo encubierto».
«A través de una variedad de convenios con editores norteamericanos y extranjeros, distribuidores, agentes literarios y autores, la CIA y la Agencia de Información de EE. UU. (USIA) produjeron, subsidiaron o auspiciaron “mucho más de mil libros” hasta 1967, con fines de propaganda. (…) Ninguno llevaba indicación alguna que lo relacionara con el Gobierno.» (W. Blum, «Intervenciones secretas de EE.UU. en la URSS, desde final de los 40 a los 60»)
«Alguien puede pensar que es el EI el que ha convertido a Al-Asad en un interlocutor necesario; mi opinión, al revés, es que es el nuevo orden medioriental el que hace del EI el pretexto perfecto para ceder ante el protagonismo regional de Irán»