«El poder no lo ostento yo, nunca he estado en el poder desde 1977, mi deber es el de un anciano de honor, el poder real está en manos del pueblo libio y países del sur, que le han prestado este país negros de África.
Cuando van contra mí, es como estar sentados sobre una bomba de relojería, los países del Sur apoyan a su gente dentro de Libia. Tengo millones de seguidores en el Sur, y en este país, lo verán, sentirán y lo vais a lamentar. La Libby Altabwi, toda nuestra juventud, hoy altamente preparada, armada y lista para liberar toda patria o alcanzar la condición de mártir en esta meta».
Moammar Algathaffi.
Muchas veces a lo largo de estos tres últimos años he dicho que si occidente conociera mejor la sociedad y la cultura libia, así como su política, comprenderían cuál era la posición del líder libio Moammar al Ghadafi y que NO era el dictador del país, porque, como él mismo dice, entregó el país al pueblo en 1977, después de crear la Jamahiriyah libia o gobierno del pueblo.
Sin embargo los medios occidentales no cejan en dar informaciones que nada tienen que ver con la realidad, alimentando una demonización de un país y de una persona con la única meta de poder atacarles y que el mundo «casi» lo «comprenda».
Cuando no se conoce una cultura es fácil aplicar sobre ella nuestros propios esquemas mentales de nuestra propia sociedad y más aún si las informaciones nos llegan sesgadas con intención. Recordemos que los medios se reían incluso del traje que lleva el líder libio, cuando es la vestimenta habitual de gala en Libia. Desde mi punto de vista estas críticas no muestran más que ignorancia o tal vez son intencionadas y entonces la palabra sería mucho más dura.
¿Acaso nos reímos de las vestimenta de los indios, o de otros muchos países que mantienen su cultura y no han sido absorbidos por el uniforme occidental?
Si todos los ataques fueran la vestimenta no pasaría de una simple anécdota, sin embargo y a lo largo de 40 años, los medios occidentales han dedicado un gran esfuerzo a demonizar y usar palabras con doble sentido al hablar del líder libio. Hasta el extremo que la mayoría de gente no sabía ni donde estaba libia pero tenía asumido lo «malo» que era este señor. Lo aceptamos sin más, sin conocer el país, su vida, su cultura o ni siquiera donde está geográficamente.
Tras los hechos de estos últimos años, espero que más y más personas recapitulen y se replanteen muchas de las «supuestas verdades» que los medios occidentales nos han introducido en nuestras mentes.
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