Iñaki Urrestarazu Aizpurua
26 de diciembre, 2011
Gara
El autor denuncia el plan que, afirma, han elaborado EEUU, la OTAN e Israel contra Siria, para cuya ejecución están preparando a la opinión pública internacional mediante un relato fabricado con la complicidad de las grandes agencias de prensa y la colaboración de organizaciones supuestamente defensoras de los derechos humanos.
Es siempre un mismo relato, machaconamente repetido, un día sí y otro también, el que los medios nos están repitiendo sobre Siria. El Gobierno de Bachar el-Assad es una dictadura asesina que dispara contra las manifestaciones de la gente sin piedad -dicen que hay ya 5.000 muertos- y tortura hasta la muerte. Las deserciones de militares que no quieren obedecer las órdenes de matar aumentan, así que se está llegando a una confrontación armada. Pero la realidad es muy distinta. Se trata de un relato, una tremenda mentira, fabricada como un cuento de los «cuentacuentos», por la gigantesca máquina de propaganda de la OTAN, quien encarga de la elaboración de las primeras falsedades a una nube de ONG controladas, defensoras supuestamente de los derechos humanos. Luego esas informaciones adquieren una dimensión planetaria mediante la estrecha colaboración de grandes agencias al servicio del imperialismo como la CNN, BBC, AFP, Al Jazeera, Associated Press y otras. Finalmente, las informaciones prefabricadas se difunden y son asumidas por la mayor parte de la prensa y medios occidentales pasiva y acríticamente, sin molestarse en verificarlas o sin acudir a medios informativos alternativos.
La función del relato que nos venden sobre Siria es preparar a la opinión internacional, predisponerla a lo que están organizando, a una intervención militar en toda regla, al estilo de Libia. Y la cuestión no es de ahora. Hace años que la alianza militar criminal de EEUU, la OTAN e Israel le tiene ganas a Siria. Y en este caso no es por sus recursos -de los que apenas dispone- sino por razones geoestratégicas. Porque Siria ha sido siempre un enemigo empedernido de Israel, porque ha sido refugio de generaciones de exiliados de Palestina desde los orígenes de Israel y de 1,5 millones de refugiados iraquíes fugados tras la invasión norteamericana de Irak en 2003, e igualmente porque ha sido cobertura de las fuerzas revolucionarias del Líbano -como Hezbollah-, de las de Palestina -como Hamás- y porque, junto con estas fuerzas e Irán, son un importante bastión antiisraelí y anti-norteamericano, y un importante núcleo aliado de Rusia y China. Un auténtico obstáculo a liquidar en la estrategia imperialista de control de los recursos, de dominio de los territorios y de aislamiento y asfixia de sus grandes competidores.
Los planes de desestabilización y derribo de Siria se han encontrado con la «coyuntura favorable» de la Primavera Árabe, que les ha dado pie para llevar adelante sus propósitos, manipulando y tergiversando el movimiento reivindicativo original de la gente. Había razones para reclamar mejoras de las condiciones de vida y mayores libertades, y quizá la plasmación más genuina era la «Declaración de Damasco» elaborada por intelectuales contestatarios. Pero el imperialismo ha abortado el proceso reivindicativo interno, sobreactuando sobre él para reconducirlo por otros derroteros, los que corresponden a los intereses del imperialismo y apoyándose, a nivel interno, de una forma absolutamente oportunista, en sectores del islamismo más sectario y radical.
Lo que está sucediendo en Siria es una insurrección armada llevada a cabo básicamente por mercenarios armados de organizaciones islamistas árabes radicales procedentes de diversos países -al modo de los muyahidines islamistas reclutados para combatir en Afganistán-, con ciertos apoyos internos de sectores afines, reclutados, organizados, adiestrados, armados y financiados por EEUU, Israel, algunos países europeos, sus respectivos servicios secretos como la CIA, el Mossad, el MI6 y el apoyo incondicional, financiero y militar de Arabia Saudí y otros países del Golfo. Jordania, Líbano (los sectores reaccionarios de Hariri) y sobre todo Turquía están siendo las infraestructuras, retaguardias y vías de acceso de mercenarios y armas, y la cobertura de sus operaciones militares. Grandes cantidades de armas modernas están siendo suministradas desde hace años por dichas fronteras. Se trata de escopetas, ametralladoras, kalashnikovs, lanzacohetes RPG, granadas de mano de fabricación israelí y explosivos. Desde el inicio de los disturbios, en marzo de 2011, los grupos armados actúan como auténticos escuadrones de la muerte. Aterrorizan a la población, matan a diestro y siniestro, tanto a policías y militares como a civiles para crear confusión y agudizar los enfrentamientos, matan a cualquiera por las calles, incendian comercios y edificios, crean el caos en urbes y carreteras, tienden multitud de emboscadas al Ejército y Policía y descuartizan los cuerpos de las víctimas para crear terror en la población. Hasta el punto de que la gente horrorizada se distancia de ellos y realizaron impresionantes y numerosas manifestaciones, en marzo, junio y octubre, a lo largo y ancho del país en apoyo de Bachar el Assad frente a los sediciosos. Pero estas manifestaciones son mostradas por la prensa extranjera como contrarias al régimen. Por otra parte, según han demostrado corresponsales extranjeros, visitando hospitales y morgues, de las cifras de muertos que se citan, la mitad, al menos, corresponden a personas vivas cuyos nombres han sacado de listines de teléfonos, y una buena parte de los muertos reales corresponden a policías y militares. También son de reseñar casos como los de la joven Zainab al Hosni, pretendidamente torturada y descuartizada por los Cuerpos de Seguridad de Siria, que luego aparece en rueda de prensa diciendo que estaba viva y en buenas condiciones de salud.
Otra de las grandes mentiras que nos cuentan es la de que existe un gran número de desertores del Ejército por no obedecer las órdenes de disparar a matar contra la población, y que sería la base fundamental de la oposición armada al régimen. En primer lugar, hay que decir que, según muchos testimonios independientes, las tropas no sólo no tienen la orden de disparar a matar, sino que tienen fuertes restricciones para disparar siempre que haya civiles -incluso a veces van desarmados-, lo cual les lleva a frecuentes situaciones de indefensión frente al acoso de los mercenarios. De hecho sólo se han producido unas pocas decenas de deserciones que han huido a Turquía.
Por otra parte, y una vez más, las ONG y las organizaciones de la ONU «defensoras de los derechos humanos» están pavimentando el camino hacia la guerra con sus falacias. Es una cadena de organizaciones que generan y trasmiten graves mentiras hasta los más altos niveles de la ONU, para dar cobertura a las potencias criminales de Occidente para que realicen, sin el más mínimo rubor, genocidios como el de Libia o el que se aprestan a realizar en Siria. Son organizaciones financiadas y controladas todas ellas por el NED (Fundación Nacional por la Democracia), considerado el brazo visible de la CIA, financiado por el Departamento de Estado de EEUU. La Cadena empieza por el Observatorio Sirio de Derechos Humanos(OSDH) y otros grupos y sigue por la federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), la UN Watch, la Human Rights Watch y otros, hasta llegar al Alto Comisionado de la ONU para los DDHH (con la nefasta Navi Pillay a la cabeza, autora del informe donde se achaca crímenes contra la humanidad a Siria) y la Corte Penal Internacional, también financiada y manejada por los EEUU, con su flamante fiscal, Luis Moreno Ocampo, al frente. Ambos infames personajes se caracterizaron por el papel esencial que jugaron en el genocidio de Libia. Los vetos de Rusia y China han bloqueado el Consejo de Seguridad de la ONU, pero el imperialismo trata de sortearlo a través de la Comisión de DDHH de la ONU y el Pleno de la ONU. Tras los salvajes embargos en marcha, se vislumbra otro genocidio en ciernes, si no hay grandes movilizaciones que lo impidan.