Fuente :www.michelcollon.info
En el 2011 Barack Obama encabezó una intervención militar aliada en Libia, sin consultar al Congreso de los EE.UU. En agosto pasado, después del ataque con sarín en el suburbio de Ghouta, Damasco, Obama estaba listo para lanzar un ataque aéreo aliado, esta vez para castigar al gobierno sirio por supuestamente haber cruzado la «línea roja» que él había establecido sobre el uso de armas químicas en 2012. Luego, con menos de dos días antes del planeado ataque, anunció que buscaría la aprobación del Congreso para la intervención.
El ataque se pospuso en tanto el Congreso se preparaba para las audiencias, y fue posteriormente cancelado cuando Obama aceptó la oferta de Assad de renunciar a su arsenal químico en un acuerdo mediado por Rusia. ¿Por qué la demora de Obama y luego cede en Siria cuando él no se achicó para precipitarse sobre Libia? La respuesta está en el choque entre aquellos en la administración de Obama comprometidos a hacer cumplir la línea roja, y los líderes militares que pensaban que ir a la guerra no solo era injustificado sino potencialmente desastroso.
El cambio de opinión de Obama tuvo sus orígenes en Porton Down, el laboratorio de la defensa en Wiltshire. La inteligencia británica había obtenido una muestra del gas sarín utilizado en el ataque del 21 de agosto que al ser analizado demostró que el gas utilizado no coincidía con los lotes que se sabe existen en el arsenal de armas químicas del ejército sirio. El mensaje de que el caso en contra de Siria no tendría asidero fue transmitido rápidamente a los jefes del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos. El informe británico intensificó las dudas dentro del Pentágono; los jefes del Estado Mayor Conjunto ya se estaban preparando para advertir a Obama de que sus planes para un bombardeo y ataque con misiles de largo alcance sobre la infraestructura de Siria podrían conducir a una guerra más amplia en Oriente Medio. En consecuencia, los oficiales estadounidenses a última hora se encargaron de advertir al presidente, lo que, en su opinión, eventualmente condujo a Obama a la cancelación del ataque.
Durante meses había habido una aguda preocupación entre los altos mandos militares y de la comunidad de inteligencia sobre el papel en la guerra de los vecinos de Siria, especialmente Turquía. El primer ministro Recep Erdogan era conocido por su apoyo a Al-Nusra Front, una facción yihadista entre la oposición rebelde, así como de otros grupos rebeldes islamistas. «Sabíamos que había algunos en el gobierno turco», un ex alto funcionario de inteligencia de EE.UU, que tiene acceso a la inteligencia actual, me dijo, «que creían que podían conseguir apretar las tuercas a Assad aventurándose en un ataque con sarín en el interior de Siria -y obligando a Obama a hacer valer su amenaza de la línea roja”.
El Estado Mayor Conjunto también sabía que las afirmaciones públicas de la administración Obama de que sólo el ejército sirio tenía acceso al sarín eran erróneas. Los servicios de inteligencia estadounidenses y británicos habían estado al tanto, desde la primavera de 2013, que algunas unidades rebeldes en Siria estaban desarrollando armas químicas. El 20 de junio analistas de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA, por sus siglas en ingles) de EE.UU emitieron un memorando altamente clasificado de cinco páginas de «temas a discutir» para el director adjunto de la DIA, David Shedd, en el cual se hacía ver que Al-Nusra mantuvo una célula encargada de la producción de sarín: su programa, relataba el documento, era «el complot más avanzado para la producción de sarín desde el esfuerzo pre-9/11 de al-Qaida». (Según un asesor del Departamento de Defensa, la inteligencia de EE.UU ha sabido por mucho tiempo que al-Qaida experimentó con armas químicas, y tiene un video de uno de sus experimentos de gas con perros). El documento de DIA prosiguió: “Anteriores enfoques de la Comunidad de Inteligencia (IC, por sus siglas en inglés) habían sido casi en su totalidad en los arsenales de armas químicas (CW, por sus siglas en inglés)) de los sirios; ahora vemos a ANF intentando fabricar sus propias armas químicas… la relativa libertad de Al-Nusra Front para operar dentro de Siria nos lleva a determinar que las aspiraciones del grupo de conseguir armas serán difíciles de interrumpir en el futuro». El documento se basó en la inteligencia clasificada de numerosas agencias: “Los facilitadores químicos con base en Turquía y en Arabia Saudita”, dijo, “estaban tratando de obtener precursores del sarín a granel, decenas de kilogramos, probablemente para el esfuerzo de la producción a gran escala, prevista en Siria”. (Al ser preguntado sobre el papel de la DIA, un portavoz del director de inteligencia nacional, dijo: «Ningún documento de esa naturaleza ha sido alguna vez solicitado o producido por los analistas de la comunidad de inteligencia”.)
En mayo pasado, más de diez miembros del Frente Al-Nusra fueron arrestados en el sur de Turquía, en posesión de lo que la policía local dijo a la prensa, eran dos kilogramos de sarín. En el parte acusatorio de 130 páginas el grupo fue acusado de intentar comprar fusibles, tuberías para la construcción de los morteros, y precursores químicos para el sarín. Cinco de los detenidos fueron puestos en libertad después de una breve detención. Los demás, incluidos el cabecilla Haytham Qassab, para quien el fiscal pidió una pena de prisión de 25 años, fueron puestos en libertad en espera de ser enjuiciados. Mientras tanto, la prensa turca ha estado plagada de especulaciones de que el gobierno de Erdogan ha estado encubriendo la magnitud de su implicación con los rebeldes. En una conferencia de prensa el pasado verano, Aydin Sezgin, embajador turco en Moscú, desestimó los arrestos y afirmó a los periodistas que el «sarín» recuperado no era más que “anticongelante”.
El documento de DIA tomó los arrestos como evidencia de que Al-Nusra estaba extendiendo su acceso a las armas químicas. Dijo que Qassab se había «auto-identificado» como miembro de al-Nusra, y que él estaba conectado directamente a Abd-al-Ghani, el «emir de ANF para la fabricación con fines militares». Qassab y su socio Khalid Ousta trabajaron con Halil Unal Kaya, un empleado de una empresa turca llamada Zirve Export, que proporcionó “cotizaciones sobre precios de grandes cantidades de precursores del gas sarín”. El plan de Abdul-Ghani era que por medio de dos asociados se lograra «perfeccionar un método para fabricar sarín, y luego ir a Siria para entrenar a otros para comenzar la producción a gran escala en un laboratorio no identificado en Siria”. El documento de DIA dijo que uno de sus agentes había comprado un precursor en el ‘mercado químico de Bagdad’, que “ha servido de proveedor de al menos siete esfuerzos de CW desde 2004”.
Una serie de atentados con armas químicas en marzo y abril de 2013 fue investigado en los meses subsecuentes por una misión especial de la ONU a Siria. Una persona con conocimiento cercano de la actividad de la ONU en Siria, me dijo que había evidencia que vinculaba a la oposición siria con el primer ataque con gas sarín, el 19 de marzo en Khan Al-Assal, un pueblo cerca de Alepo. En su informe final en diciembre, la misión dijo que al menos 19 civiles y un soldado sirio se encontraban entre las víctimas mortales, junto con decenas de heridos. La misión no tenía ningún mandato para asignar responsabilidad por el ataque, pero la persona con conocimiento de las actividades de la ONU, dijo: «Los investigadores entrevistaron a las personas que estaban allí, incluyendo a los médicos que atendieron a las víctimas. Estaba claro que los rebeldes utilizaron el gas sarín. No fue del conocimiento público porque nadie quería saberlo”.
En los meses anteriores al inicio de los ataques, un ex alto funcionario del Departamento de Defensa me dijo, que la DIA estaba circulando un informe clasificado diariamente, conocido como SYRUP, relacionado con toda la inteligencia del conflicto sirio, incluido el material sobre las armas químicas. Pero en la primavera, la distribución de la parte del informe relativo a las armas químicas fue severamente reducido por orden de Denis McDonough, jefe de gabinete de la Casa Blanca. “Algo había allí que desencadenó un ataque de ira por parte de McDonough”, dijo el ex funcionario del Departamento de Defensa. “Un día fue un gran problema, y luego, después de los ataques con gas sarín de marzo y abril” – chasqueó los dedos- “ya no hay nada allí». La decisión de restringir la distribución se hizo cuando el Estado Mayor Conjunto ordenó la planificación de contingencia intensiva para una posible invasión por tierra de Siria, cuyo principal objetivo sería la eliminación de las armas químicas.
El ex funcionario de inteligencia dijo que muchos en el establishment de la seguridad nacional de EE.UU han estado por mucho tiempo perturbados por la línea roja del presidente: «El Estado Mayor Conjunto preguntó a la Casa Blanca, ‘¿Qué significa la línea roja? ¿Cómo se traduce en órdenes militares? ¿Tropas sobre el terreno? ¿Ataque masivo? ¿Ataque Limitado?’ Ellos le asignaron a la inteligencia militar la tarea de estudiar cómo podemos materializar la amenaza. Ellos no se enteraron de nada más sobre el razonamiento del presidente”.
A raíz del ataque 21 de agosto Obama ordenó al Pentágono planear para el bombardeo de objetivos. Al inicio del proceso, dijo el ex funcionario de inteligencia, “la Casa Blanca rechazó 35 grupos de objetivos proporcionados por el Estado Mayor Conjunto, como no lo suficientemente ‘doloroso’ para el régimen de Assad». Los objetivos originales incluían sólo sitios militares y nada que tuviera que ver con la infraestructura civil. Bajo presión de la Casa Blanca, el plan de ataque de EE.UU evolucionó en «un ataque monstruoso”: dos escuadrones de bombarderos B-52 fueron trasladados a bases aéreas cercanas a Siria, y submarinos de la marina y buques equipados con misiles Tomahawk fueron tambien desplegados. «Cada día se alargaba más la lista de objetivos», me dijo el ex funcionario de inteligencia. «Los planificadores del Pentágono dijeron, no podemos usar sólo Tomahawks para atacar en los sitios de misiles de Siria debido a que sus ojivas están enterradas muy por debajo del suelo, por lo que dos escuadrones de aviones B-52 con bombas de dos mil libras fueron asignados a la misión. Luego vamos a necesitar equipos de búsqueda y rescate en espera de recuperar pilotos derribados y naves autopiloteadas para la selección de objetivos. Se transformó en algo enorme”. La nueva lista de objetivos estaba destinada a «erradicar completamente cualquier capacidad militar que Assad tenía», dijo el ex funcionario de inteligencia. Los objetivos centrales incluían redes eléctricas, depósitos de petróleo y gas, toda la logística conocida y depósitos de armas, todas las instalaciones de mando y control conocidas, y todos los edificios militares y de inteligencia conocidos.
Gran Bretaña y Francia iban ambas a desempeñar un papel. El 29 de agosto, día en que el Parlamento votó en contra de la postura de Cameron para unirse a la intervención, el Guardian informó de que ya había ordenado que seis aviones de combate Typhoon de la RAF se desplegaran a Chipre, y había ofrecido un submarino capaz de lanzar misiles Tomahawk. La fuerza aérea francesa -protagonista crucial en los atques del 2,011 en Libia- estaba profundamente comprometida, de acuerdo a un relato en Le Nouvel Observateur; François Hollande había ordenado que varios cazabombarderos Rafale se unieran al asalto estadounidense. Se informó que sus objetivos estaban localizados en el oeste de Siria.
Durante los últimos días de agosto, el presidente le había dado al Estado Mayor Conjunto un plazo establecido para el lanzamiento del ataque. “La hora H estaba fijada para comenzar a más tardar el lunes por la mañana [02 de septiembre], un asalto masivo para neutralizar a Assad, dijo el ex funcionario de inteligencia. Así que fue una sorpresa para muchos cuando, durante un discurso en el Rose Garden de la Casa Blanca, el 31 de agosto, Obama dijo que el ataque quedaba en suspenso, y que él recurriría al Congreso para ponerlo a votación.
En esta etapa, la premisa de Obama -que sólo el ejército sirio era capaz de desplegar sarín- empezó a resquebrajarse. A los pocos días del ataque del 21 de agosto, el ex funcionario de inteligencia me dijo, agentes de la inteligencia militar rusa habían recuperado muestras del agente químico de Ghouta. Ellos las analizaron y se las hicieron llegar a la inteligencia militar británica; este fue el material enviado a Porton Down. (Un portavoz de Porton Down, dijo: «Muchas de las muestras analizadas en el Reino Unido dieron positivo en relación con el agente nervioso sarín”. El MI6 dijo que no hace comentarios sobre asuntos de inteligencia).
El ex funcionario de inteligencia dijo que el ruso que entregó la muestra al Reino Unido era «una buena fuente -alguien con acceso, el conocimiento y un récord de ser digno de confianza». Después de notificarse por primera vez el uso de armas químicas en Siria el año pasado, las agencias de inteligencia estadounidenses y aliadas “hicieron un esfuerzo por encontrar la respuesta de lo que en todo caso, fue utilizado, -y su origen», dijo el ex funcionario de inteligencia. «Nosotros hacemos uso de los datos intercambiados en el marco de la Convención sobre Armas Químicas. El punto de referencia de la DIA consistió en conocer la composición de cada lote de armas químicas de fabricación soviética. Pero no sabíamos qué lotes tenía en su arsenal actualmente el gobierno de Assad. A los pocos días después del incidente de Damasco le pedimos a una fuente del gobierno sirio que nos diera una lista de los lotes que el gobierno tenía en ese momento. Por eso es que hemos podido confirmar la diferencia tan rápidamente».
El proceso no se había desarrollado tan fluidamente en la primavera, dijo el ex funcionario de inteligencia, debido a que los estudios realizados por la inteligencia occidental “no fueron concluyentes en cuanto al tipo de gas del que se trataba. La palabra «sarín» no apareció. Hubo un gran debate sobre esto, pero ya que nadie podía concluir de qué tipo de gas se trataba, usted no podía decir que Assad había cruzado la línea roja del presidente”. Para el 21 de agosto, el ex funcionario de inteligencia continuó, “la oposición siria claramente se había enterado de esto y anunció que gas «sarín» del ejército sirio había sido utilizado, antes de que pudiera hacerse cualquier análisis, y la prensa y la Casa Blanca no perdieron tiempo. Ya que se trataba de sarín, ‘tenía que ser Assad’”.
El personal de defensa del Reino Unido que transmitió los resultados de Porton Down al Estado Mayor Conjunto, le estaban enviando a los estadounidenses un mensaje, dijo el ex funcionario de inteligencia: “Nos están tendiendo una trampa aquí». (Este recuento le daba sentido a un escueto mensaje que un funcionario de alto nivel en la CIA envió a finales de agosto: «no fue el resultado del actual régimen. El Reino Unido y EE.UU lo saben”.) Para entonces, el ataque estaba a pocos días de distancia y los aviones, barcos y submarinos estadounidenses, británicos y franceses estaban listos.
El oficial responsable en última instancia de la planificación y ejecución del ataque era el general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto. Desde el comienzo de la crisis, el ex funcionario de inteligencia dijo, el Estado Mayor Conjunto se había mostrado escéptico del argumento de la administración de que tenía los hechos para respaldar su creencia en la culpabilidad de Assad. Ellos presionaron a la DIA y a otras agencias por evidencia más sustancial. «Pensaron de que no había manera de que Siria hiciera uso del gas nervioso en esa etapa, porque Assad estaba ganando la guerra», dijo el ex funcionario de inteligencia. Dempsey había irritado a muchos en el gobierno de Obama, advirtiendo repetidamente al Congreso durante el verano, sobre el peligro del involucramiento militar estadounidense en Siria. En abril pasado, después de una evaluación optimista sobre el progreso de los rebeldes hecha por el secretario de Estado, John Kerry, ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja, Dempsey dijo al Comité de Servicios Armados del Senado que «hay un riesgo de que en este conflicto se haya llegado a un punto muerto”.
La perspectiva inicial de Dempsey después del 21 de agosto, fue que un ataque de EE.UU en contra de Siria -bajo el supuesto de que el gobierno de Assad fue el responsable del ataque con sarín- sería un error militar, dijo el ex funcionario de inteligencia. El informe de Porton Down hizo que el Estado Mayor Conjunto se dirigiera al presidente con una preocupación más grave: que el ataque que buscaba la Casa Blanca sería un acto injustificado de agresión. Fue el Estado Mayor Conjunto el que condujo a Obama a cambiar de rumbo. La explicación oficial de la Casa Blanca por el giro -la historia que la prensa difundió- fue que el presidente, durante un paseo por el Rose Garden con Denis McDonough, su jefe de gabinete, repentinamente decidió solicitar la aprobación de un Congreso amargamente dividido con el cual Obama había estado en conflicto desde hace años. El ex funcionario del Departamento de Defensa me dijo que la Casa Blanca dio una explicación diferente a los miembros del liderazgo civil del Pentágono: el bombardeo había sido cancelado porque había inteligencia de que “el Medio Oriente podría arder en llamas”, si se llevaba a cabo.
La decisión del presidente de ir al Congreso fue visto inicialmente por los principales asesores de la Casa Blanca, como una repetición de la táctica de George W. Bush en el otoño de 2002, antes de la invasión de Irak, dijo el ex oficial de inteligencia: «Cuando se hizo evidente que no había armas de destrucción masiva en Irak, el Congreso, que había apoyado la guerra de Irak, y la Casa Blanca ambos compartieron la culpa y repetidamente citaban la inteligencia defectuosa. Si el actual Congreso votaba para respaldar el ataque, la Casa Blanca podría una vez más salirse con la suya –barrer a Siria con un ataque masivo y validar el compromiso de la línea roja del presidente, mientras que por otra parte estaría en posición de compartir la culpa con el Congreso si resultaba que el ejército sirio no estaba detrás del ataque». El giro fue una sorpresa, incluso para los líderes demócratas en el Congreso. En septiembre, el Wall Street Journal informó que, tres días antes de su discurso en el Rose Garden, Obama había llamado por teléfono a Nancy Pelosi, líder de los demócratas de la Cámara Baja, para «conversar detalladamente sobre las opciones». Más tarde ella le dijo a sus colegas, según el Journal, de que ella no le había pedido al presidente que sometiera el bombardeo a una votación en el Congreso.
La movida de Obama buscando la aprobación del Congreso se convirtió rápidamente en un callejón sin salida. «El Congreso no iba a dejar que esto procediera”, dijo el ex funcionario de inteligencia. «El Congreso dio a conocer que, a diferencia de la autorización para la guerra de Irak, habrían audiencias sustantivas». A estas alturas, había una sensación de desesperación en la Casa Blanca, dijo el ex funcionario de inteligencia. “Y así surge el Plan B. Suspender el bombardeo y Assad unilateralmente acordaría firmar el tratado de las armas de guerra química y también la destrucción de todas las armas químicas bajo supervisión de la ONU». En una conferencia de prensa en Londres el 9 de septiembre, Kerry seguía hablando acerca de la intervención: «El riesgo de no actuar es mayor que el riesgo de actuar». Pero cuando un periodista le preguntó si había algo que Assad pudiera hacer para detener los bombardeos, Kerry dijo: “Claro. Él podría hacer entrega de cada una de sus armas químicas a la comunidad internacional en la próxima semana… Pero él no está dispuesto a hacerlo, y no se puede hacer, obviamente.» Como reportó el New York Times el día siguiente, el acuerdo negociado por los rusos que surgió poco después, había sido discutido primero por Obama y Putin en el verano de 2012. Aunque los planes del ataque fueron dejados de lado, el gobierno no cambió su evaluación pública de la justificación para ir a la guerra. “Existe cero tolerancia en ese nivel para la existencia de un error», dijo el ex funcionario de inteligencia refiriéndose a los altos funcionarios de la Casa Blanca. “Ellos no podían darse el lujo de decir: ‘Nos equivocamos’. (El portavoz de DNI dijo: “El régimen de Assad, y sólo el régimen de Assad, podría haber sido responsables del ataque con armas químicas, que tuvo lugar el 21 de agosto”.)
La totalidad del alcance de la cooperación de los EE.UU con Turquía, Arabia Saudita y Qatar en asistir a la oposición rebelde en Siria todavía no ha salido a la luz. El gobierno de Obama nunca ha admitido públicamente su papel en la creación de lo que la CIA llama una «ruta de las ratas» (“rat line”), una vía secreta a Siria. La ruta de las ratas, autorizada a principios de 2012, se utilizó para canalizar armas y municiones procedentes de Libia a través del sur de Turquía y de la frontera siria para la oposición. Muchos de los que en última instancia recibieron las armas en Siria eran yihadistas, algunos de ellos afiliados con al-Qaida. (El portavoz del DNI, dijo: «La idea de que Estados Unidos estaba proporcionando armas procedentes de Libia a cualquier persona es falsa”.)
En enero, el Comité de Inteligencia del Senado publicó un informe sobre el asalto por una milicia local en septiembre de 2012, en el consulado americano y en una instalación secreta de la CIA en las inmediaciones de Benghazi, que resultó en la muerte del embajador de EE.UU, Christopher Stevens, y otras tres personas. La crítica al informe del Departamento de Estado por no proporcionar la seguridad adecuada en el consulado, y a la comunidad de inteligencia por no alertar a los militares de EE.UU de la presencia de un puesto de avanzada de la CIA en la zona, recibió una cobertura de primera plana y reavivó animosidades en Washington, con los republicanos acusando a Obama y Hillary Clinton de encubrimiento. Un anexo altamente secreto del informe, no del conocimiento público, describió un acuerdo secreto alcanzado a principios de 2012 entre las administraciones de Obama y Erdogan. Se refería a la «ruta de las ratas». Según los términos del acuerdo, la financiación procedería de Turquía, así como de Arabia Saudita y Qatar; la CIA, con el apoyo del MI6, era responsable de introducir las armas provenientes de los arsenales de Gadafi dentro de Siria. Un número de compañías de fachada se establecieron en Libia, algunas bajo la cobertura de entidades australianas. Soldados estadounidenses retirados, que no siempre sabían quién era realmente los empleaba, fueron contratados para gestionar la adquisición y envío. La operación fue dirigida por David Petraeus, el director de la CIA que luego después dimitió cuando se supo que estaba teniendo una aventura amorosa con su biógrafa. (Un portavoz de Petraeus negó que la operación haya tenido lugar.)
La operación no había sido revelada en el momento de su creación a los comités de inteligencia del congreso ni a los líderes del mismo, como exige la ley desde 1970. La participación del MI6 facilitó a la CIA evadir la ley mediante la clasificación de la misión como una operación de enlace. El ex funcionario de inteligencia explicó que durante años se ha producido una excepción reconocida en la ley que permite a la CIA no informar sobre la actividad de enlace al Congreso, al que de otro modo debería informarle. (Todas las operaciones encubiertas planeadas de la CIA deben ser descritas en un documento escrito, conocido como en inglés como “finding”, el cual es presentado a los principales dirigentes del Congreso para su aprobación.) La distribución del anexo se limitó al equipo de ayudantes que redactaron el informe y a los ocho miembros más importantes del Congreso -los líderes demócratas y republicanos de la Cámara Baja y del Senado, y los líderes demócratas y republicanos de los comités de inteligencia de la Cámara Baja y del Senado. Esto apenas constituyó un verdadero intento de supervisión: los ocho líderes no son conocidos por reunirse para formular preguntas o discutir la información secreta que reciben.
El anexo no relató toda la historia de lo que sucedió en Benghazi antes del ataque, tampoco explicó por qué fue atacado el consulado estadounidense. “La única misión del consulado era proporcionar cobertura para el traslado de armas”, dijo el ex oficial de inteligencia, quien había leído el anexo. “No tenía un rol político real”.
Washington terminó abruptamente el papel de la CIA en la transferencia de armas desde Libia después del ataque contra el consulado, pero la “ruta de las ratas” siguió funcionando. “Los Estados Unidos ya no estaban en control de lo que los turcos estaban transfiriendo a los yihadistas», dijo el ex funcionario de inteligencia. En cuestión de semanas, hasta cuarenta lanzaderas de misiles portátiles tierra-aire, comúnmente conocidos como MANPADS, estaban en manos de los rebeldes sirios. El 28 de noviembre de 2012, Joby Warrick del Washington Post informó que el día anterior, rebeldes cerca de Aleppo habían utilizado lo que era prácticamente seguro un MANPAD para derribar un helicóptero de transporte sirio. «El gobierno de Obama”, Warrick escribió, “se ha opuesto tenazmente armar a las fuerzas de la oposición siria con estos misiles, y ha advertido que las armas podrían caer en manos de terroristas y ser utilizados para derribar aviones comerciales”. Dos funcionarios de inteligencia del Oriente Medio señalaron a Qatar como la fuente, y un ex analista de inteligencia de EE.UU especuló que los MANPADS podrían haberse obtenido de puestos militares sirios capturados por los rebeldes. No había indicios de que la posesión de los MANPADS por los rebeldes era probablemente la consecuencia involuntaria de un programa encubierto de los EE.UU, que ya no estaba bajo su control.
A finales de 2012, en toda la comunidad de inteligencia estadounidense se creía que los rebeldes estaban perdiendo la guerra. «Erdogan estaba enojado”, dijo el ex funcionario de inteligencia, “y sintió que estaba siendo abandonado. Era su dinero y el distanciamiento fue visto como una traición». En la primavera de 2013, la inteligencia de EE.UU se enteró de que el gobierno turco –a través de elementos del MIT, su agencia de inteligencia nacional, y de la Gendarmería, una organización policial militarizada- estaba trabajando directamente con al-Nusra y sus aliados para obtener la capacidad para desarrollar armas de guerra química. “El MIT estaba a cargo del enlace político con los rebeldes, y la Gendarmería manejaba la logística militar, asesoramiento y capacitación en el lugar -incluido el entrenamiento en la guerra química”, dijo el ex funcionario de inteligencia. “Aumentar el papel de Turquía en la primavera del 2013, fue visto como la clave a sus problemas allí. Erdogan sabía que si daba por terminado su apoyo a los yihadistas eso sería todo. Los saudíes no podían continuar apoyando la guerra debido a la logística -las distancias y la dificultad para el traslado de armas y suministros. La esperanza de Erdogan era instigar un evento que obligaría a los EE.UU a cruzar la línea roja. Pero Obama no respondió en marzo y abril.
No hubo ninguna señal en público de la discordia, cuando Erdogan y Obama se reunieron el 16 de mayo de 2013 en la Casa Blanca. En una posterior conferencia de prensa, Obama dijo que habían acordado que Assad «debe irse». Cuando se le preguntó si creía que Siria había cruzado la línea roja, Obama reconoció que existía evidencia de que ese tipo de armas habían sido utilizadas, pero luego añadió, «es importante para nosotros asegurarnos de que estamos en condiciones de obtener información específica acerca de qué es exactamente lo que está sucediendo allí”. La línea roja seguía intacta.
Un experto en política exterior estadounidense que habla regularmente con funcionarios en Washington y Ankara me habló de una cena de trabajo que Obama organizó para Erdogan durante su visita de mayo. La cena estuvo dominada por la insistencia de los turcos de que Siria había cruzado la línea roja y de sus quejas de que Obama era reacio a hacer algo al respecto. Obama estuvo acompañado por John Kerry y Tom Donilon, asesor de seguridad nacional que muy pronto dejaría el cargo. Erdogan fue acompañado por Ahmet Davutoglu, ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, y Hakan Fidan, el jefe del MIT. Fidan es conocido por su feroz lealtad a Erdogan, y ha sido considerado como un adherente consistente de la oposición rebelde radical en Siria.
El experto en política exterior me dijo que el relato que escuchó se originó con Donilon. (Más tarde fue corroborado por un ex funcionario de EE.UU, que se enteró de ello a través de un diplomático turco de alto nivel.) De acuerdo con el experto, Erdogan había solicitado la reunión para demostrar a Obama que la línea roja había sido cruzada, y había traído a Fidan con él para exponer el caso. Cuando Erdogan intentó introducir a Fidan en la conversación, y Fidan comenzó a hablar, Obama lo interrumpió y dijo: «Lo sabemos”. Erdogan intentó por segunda vez que Fidan hablara, y Obama lo interrumpió otra vez, y dijo: «Lo sabemos”. En ese momento, un exasperado Erdogan dijo, «pero su línea roja ha sido cruzada”, y, el experto me dijo, «Donilon dijo que Erdogan ‘encojonado agitó su dedo al presidente en la Casa Blanca’”. Obama luego señaló a Fidan y dijo: «sabemos lo que ustedes están haciendo con los radicales en Siria”. (Donilon, que se unió al Consejo de Relaciones Exteriores en julio pasado, no respondió a las preguntas sobre esta historia, el Ministerio de Relaciones Exteriores turco no respondió a preguntas acerca de la cena. Una portavoz del Consejo de Seguridad Nacional confirmó que la cena tuvo lugar y proporcionó una fotografía que muestra a Obama, Kerry, Donilon, Erdogan, Fidan y Davutoglu sentados a una mesa. “Más allá de eso», dijo ella, «Yo no voy a leer los detalles de sus conversaciones”.)
Pero Erdogan no salió con las manos vacías. Obama aún le estaba permitiendo a Turquía seguir explotando un agujero legal en una orden ejecutiva presidencial que prohíbe la exportación de oro a Irán, que forma parte del régimen de sanciones de EE.UU en contra del país. En marzo de 2012, en respuesta a las sanciones impuestas a los bancos iraníes por parte de la UE, el sistema de pago electrónico SWIFT, que facilita los pagos transfronterizos, expulsó decenas de instituciones financieras iraníes, restringiendo severamente la capacidad del país para conducir actividades comerciales internacionales. Los EE.UU acompañó la medida emitiendo una orden ejecutiva en julio, pero dejó lo que llegó a ser conocido como un «agujero del oro»: los envíos de oro a entidades iraníes privadas podrían continuar. Turquía es un importante comprador de petróleo y gas iraní, y aprovechó el agujero legal para depositar sus pagos de energía en liras turcas en una cuenta iraní en Turquía; estos fondos se utilizaron para comprar oro de Turquía para la exportación a asociados en Irán. Se cree que de esta forma, entre marzo de 2012 y julio de 2013, entró oro a Irán por valor de 13 mil millones dólares.
El programa se convirtió rápidamente en una fuente de ingresos para los políticos corruptos y los comerciantes en Turquía, Irán y los Emiratos Árabes Unidos. “Los intermediarios hicieron lo que siempre hacen», dijo el ex funcionario de inteligencia. “Digamos un 15 por ciento. La CIA había estimado que había tanto como dos mil millones de dólares esquilmados. El oro y la lira turca se estaban pegando a los dedos”. En diciembre, el negocio ilícito estalló en Turquía en un escándalo público del «gas por oro”, y resultó en cargos criminales contra dos docenas de personas, entre empresarios y familiares de funcionarios importantes del gobierno, así como la renuncia de tres ministros, uno de los cuales hizo un llamado para que Erdogan renunciara. El jefe ejecutivo de un banco controlado por el Estado turco que estaba en medio del escándalo insistió en que más de $ 4.5 millones en efectivo encontrado por la policía en cajas de zapatos durante el registro de su casa era para donaciones de caridad.
A finales del año pasado Jonathan Schanzer y Mark Dubowitz informaron en Foreign Policy que el gobierno de Obama cerró el agujero del oro en enero de 2013, pero “presionó para asegurarse que la legislación… no entrara en efecto durante seis meses”. Se especula que el gobierno quería usar la demora como un incentivo para llevar a Irán a la mesa de negociaciones sobre su programa nuclear, o para aplacar a su aliado turco en la guerra civil de Siria. El retraso permitió a Irán «acumular miles de millones de dólares más en oro, socavando aún más el régimen de sanciones».
La decisión de Estados Unidos de poner fin a la ayuda de la CIA en los envíos de armas a Siria, dejó a Erdogan expuesto política y militarmente. “Uno de los temas en la cumbre de mayo fue el hecho de que Turquía es la única avenida para abastecer a los rebeldes en Siria”, dijo el ex funcionario de inteligencia. No se puede hacer a través de Jordania porque el terreno en el sur está completamente expuesto y los sirios están por todas partes. Y no puede llegar a través de los valles y las colinas del Líbano -usted no puede estar seguro de quienes nos encontraríamos en el otro lado”. Sin el apoyo militar de EE.UU a los rebeldes, dijo el ex funcionario de inteligencia, “el sueño de Erdogan de tener un Estado cliente en Siria se está evaporando y él piensa que nosotros somos la razón del porqué. Cuando Siria gane la guerra, él sabe que los rebeldes con toda probabilidad se volveran contra él -¿a dónde más pueden ir? Entonces el tendrá a miles de radicales en su patio trasero”.
Un consultor de la inteligencia de EE.UU me dijo que unas pocas semanas antes del 21 de agosto el vio un informe altamente secreto preparado para Dempsey y el secretario de Defensa, Chuck Hagel, que describía «la aguda ansiedad » de la administración de Erdogan sobre las menguantes perspectivas de los rebeldes. El análisis advertía que los dirigentes turcos habían expresado «la necesidad de hacer algo que precipitaría una respuesta militar de EE.UU”. A finales del verano, el ejército sirio aún tenía la ventaja sobre los rebeldes, dijo el ex funcionario de inteligencia, y sólo el poder aéreo estadounidense podría cambiar el rumbo. En el otoño, el ex funcionario de inteligencia continuó, los analistas de inteligencia de Estados Unidos que se mantuvieron trabajando sobre los sucesos del 21 de agosto, “intuían que Siria no había realizado el ataque con gas sarín. Pero la gran interrogante era, ¿cómo sucedió? Loas turcos de inmediato fueron considerados como los principales sospechosos, porque tenían todas las piezas para hacer que sucediera».
Conforme se fueron recolectando interceptaciones y otros datos relacionados con los ataques del 21 de agosto, la comunidad de inteligencia detectó evidencia que apoyaban sus sospechas. «Ahora sabemos que fue una acción encubierta planificada por gente de Erdogan para presionar a Obama sobre la línea roja», dijo el ex funcionario de inteligencia. «Ellos tenían que montar un ataque con gas en Damasco o en las cercanías, cuando los inspectores de la ONU – que llegaron a Damasco el 18 de agosto para investigar el uso anterior de gas –“estuvieran allí. El trato era hacer algo espectacular. La DIA y otros activos de inteligencia les han dicho a nuestros oficiales militares de alto rango, que el sarín se suministró a través de Turquía- que sólo con el apoyo de Turquía pudo haber llegado hasta allí. Los turcos también proporcionan la capacitación en la producción y el manejo del gas sarín». Gran parte de la ayuda para la evaluación provino de los propios turcos, a través de conversaciones interceptadas en el período inmediatamente posterior al ataque. «La evidencia principal surgió de la alegría y las congratulaciones de los turcos después del ataque, recogidas en numerosas interceptaciones. Las operaciones son siempre muy secretas en la planificación, pero todo se echa a perder cuando luego después viene la fanfarronada. No hay mayor vulnerabilidad que cuando los perpetradores reclaman el crédito por el éxito” Los problemas de Erdogan en Siria pronto estarán terminados: “El gas se activa y Obama dirá línea roja y Estados Unidos va a atacar a Siria, o al menos esa era la idea. Pero no funcionó de esa manera».
La inteligencia sobre Turquía después del ataque no llegó a la Casa Blanca. “Nadie quiere hablar de todo esto», me dijo el ex funcionario de inteligencia. «Hay una gran reticencia a contradecir al presidente, aunque el análisis de todas las fuentes de inteligencia no respaldó su urgencia en emitir declaraciones de culpabilidad. No ha habido una sola pieza de evidencia adicional que implique al gobierno sirio en el ataque con sarín, producida por la Casa Blanca desde que el bombardeo fue cancelado. Mi gobierno no puede decir nada porque hemos actuado de manera irresponsable. Y ya que culpamos Assad, no podemos echarnos atrás y culpar a Erdogan.
La voluntad de Turquía para manipular los acontecimientos en Siria para sus propios fines pareció quedar demostrada a finales del mes pasado, pocos días antes de una ronda de elecciones locales, cuando una grabación, supuestamente de una reunión de seguridad nacional del gobierno, fue publicada en YouTube. Incluía la discusión de una operación de falsa bandera que justificaría una incursión de los militares turcos en Siria. La operación se centró en la tumba de Suleyman Shah, el abuelo del venerado Osman I, fundador del Imperio Otomano, que está cerca de Alepo y que fue cedida a Turquía en 1921, cuando Siria estuvo bajo dominio francés. Una de las facciones rebeldes islamistas amenazaba con destruir la tumba como un lugar de idolatría, y el gobierno de Erdogan amenazó públicamente con represalias si la tumba era dañada. Según un informe de Reuters de la conversación filtrada, una voz que supuestamente era de Fidan habló de crear una provocación: «Ahora mire, mi comandante, si ha de haber una justificación, tendrá que ser que envié a cuatro hombres al otro lado. Puedo hacer que disparen ocho misiles en terrenos baldíos [en las proximidades de la tumba]. Eso no es un problema. Una justificación puede ser creada”. El gobierno turco reconoció que había habido una reunión de seguridad nacional por las amenazas que emanan de Siria, pero dijo que la grabación había sido manipulada. Posteriormente, el gobierno bloqueó el acceso público a YouTube.
Salvo un cambio mayor en la política de Obama, la intromisión de Turquía en la guerra civil siria es probable que continúe. «Le pregunté a mis colegas si había alguna manera de detener el continuo apoyo de Erdogan a los rebeldes, sobre todo ahora que va tan mal», me dijo el ex funcionario de inteligencia. «La respuesta fue:» Estamos jodidos». Podríamos hacerlo público si fuera alguien que no sea Erdogan, pero Turquía es un caso especial. Es un aliado de la OTAN. Los turcos no confían en Occidente. No pueden convivir con nosotros si tomamos algún papel activo en contra de los intereses turcos. Si hacemos público lo que sabemos sobre el papel de Erdogan con el gas sarín, sería desastroso. Los turcos dirían: «Te odiamos por decirnos lo que podemos y no podemos hacer.» ‘
Traducido del inglés por Marvin Najarro
Fuente:http://www.lrb.co.uk/v36/n08/seymou…
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