Colaboración para el libro “Sociodialogando a propósito de las calamidades”, editado por El Aleph, dentro de la colección Insumisos Latinoamericanos.
La Violencia como estrategia: reflexiones y dilemas sobre las calamidades
07- ¿Es posible distanciarnos del Estado?
Desde instancias académicas, desde nuevas formulaciones para paliar el maltrecho mercado de trabajo, desde las ciudades tullidas, o desde emplazamientos diversos y distantes en el mundo (que buscan sobre todo emprender nuevas vivencias), hay una cada vez mayor confluencia en un aspecto humano. Nos necesitamos, y nuestra colaboración es el germen de la emancipación.
No es casual que las micro-cooperativas, las redes de economía alternativa o la expansión de centros sociales auto gestionados estén a la orden del día. Son la respuesta automática a la constatación de la pervivencia de ese enemigo común que mancilla nuestras vidas.
La recompensa que recibiríamos tras una lucha de emancipación sería admirable, como lo fue aquella vez que la mujer se irguió para mirar de frente al hombre que la oprimía. La meta es un estallido de tranquilidad a cada momento de lucha, sin que podamos ver liberación definitiva alguna, porque siempre habrá violencia.
No hay por qué pensar en alcanzar la desaparición de toda dominación. Basta con encender los dispositivos a nuestro alrededor. Pero hay que habilitar espacio en nuestro interior para dosificar el trabajo, y para poner en pulsión a la mayor parte de la población.
Unas prácticas cada verano con asignaturas como la importancia de la subversión o el anclaje de la revolución. Esperar el desmoronamiento de los medios de comunicación. Un ajuste de cuentas con algunos emperadores de las finanzas. El decaimiento del capitalismo por su propia fuerza interior. O la expulsión de nuestros pueblos del reconocido tirano de cada generación, no son viajes sustanciosos a ningún vergel, porque nunca se podrán dar, y mucho menos generalizar.
Hay otros modos de debatir o de decidir, pero cada vez queda más claro que ha de haber otros modos de actuar. Democratizar la acción y pluralizar el compromiso es de vital necesidad. Porque ya no se trata de una desconfianza hacia nuestras instituciones, se trata de un claro enfrentamiento con el poder.
Han pasado muchísimos años departiendo de nosotros; les encanta hablar en nombre de los demás, y es hora de poner nombre a nuestros propios actos y nuestros propios pensamientos.
No necesitamos que nadie nos represente, porque somos emergentes en nuestro propio avance, y la única mediación que necesitamos es la de quienes nos acompañan. La mayor fuerza es insistir en que nos están abatiendo, y que tras cientos de años de repetición del mismo cuento, es hora de escribir las bases para la nueva pervivencia.
La integración en el sistema, sea desde la ciudadanía o sea desde la participación política tradicional es un fraude, ni tan siquiera es un mal menor. Que no sepamos contrarrestar ésta democracia, o que no sepamos aún distanciarnos de éste estado no incrementa la duda ni desdice el sufrimiento que causa a tanta gente ésta horrible situación. Detenernos es un gran avance, para no tomar jamás el camino hacia ningún poder.
Es prácticamente nula la posibilidad de asumir un futuro liberador dando un salto a través de la vía electoral integrada en las gradas de la globalización. Asumir la práctica y las mismas formas de quien nos controla, siempre incidirá en la forma de ser y de pensar de quien se preste a ello, y no habrá puertas para tamaña empresa.
No sé qué hay más allá del Estado, pero intuyo que ningún intento por el poder nos puede traer espacio alguno de libertad. La única pretensión debe ser sabernos al lado, conscientes de nuestra disposición.
Las condiciones de vida han de ser revisadas por completo, para ir abandonando todos los espacios de in-decisión. Tenemos el deber de mirar justo al otro lado, y dejar inservibles las bases militares, los imperios y sus mercados internacionales. Lo pequeño es la mejor apuesta de gobernabilidad.
Nos violentarán a lo largo de todo el camino, como lo han venido haciendo a lo largo de toda la historia, y habrás de saber que en tu defensa nunca habrá violencia sino el derecho a la rebelión como único destino.
Nos violentarán con nuevos consumos, y degradarán cada posibilidad de observar con atención el cielo, pero observaremos todas y cada una de las calamidades para comprometernos con celo.
Las soluciones no vendrán de aquí, de éste Estado fatigado. Pero no esperes milagro alguno, porque probablemente te encontrarás contigo mismo, pero esta vez como individuo crítico dispuesto a interrogarte de nuevo.
¿Dónde está el norte? Sigo dudando…, pero sigo.
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