Maria Poumier
8 de enero, 2014
Un artista de enorme valentía tiene al gobierno francés en jaque. Tal un burdo Polifemo, parece que el poder es un coloso de un solo ojo, que sólo ve lo que el lobby proisraelí le dice que vea. Nuestro presidente Hollande, supuestamente socialista, fue a Israel a aplaudir a Netanyahu, a insistir en que hay que destruir a Irán y a Siria justo en el momento en que Obama toma sus distancias de todos los objetivos israelíes. Nuestro presidente, hace tres días, acudió a la cena anual que organiza el Consejo representativo de las instancias judías en Francia CRIF, al que ningún político se atreve a boicotear si lo invitan, y ahí le reiteró al presidente Cuckierman: «¡le escuchamos, a la orden!» con absoluta sumisión. A dicho lobby judío le cae mal el cómico preferido de los franceses, el militante antisionista Dieudonné: en el acto el ministro del interior lanza una fatwa, conmina a las autoridades locales a que prohíban sus espectáculos, con el pretexto de que podrían dar lugar a disturbios. El abogado franco israelí Arno Karsfeld está invitando públicamente a los judíos a provocar ellos mismos los deseados disturbios callejeros, que hasta ahora no han ocurrido. Otros abogados están buscando la manera de expulsarlo de su propio teatro parisino, y la ministra de justicia se ensaña para asfixiarlo con multas y los clásicos medios de tortura de los impuestos.
Ante furia tan repentina, el país se pregunta cuál será el fondo de la cuestión? Hasta ahora, Dieudonné estaba totalmente prohibido en televisión, desde el año 2003, por un sketch donde un colono israelí hacía el saludo hitleriano gritando Heil Hitler. Pero la persecución ya le hacía caer bien a la juventud, su teatro siempre está lleno y por internet es famosísimo, lo ven millones de gente. Dieudonné es un genio de la comunicación: ha logrado que el gobierno le haga una inmensa publicidad gratis. La furia sionista nace de un gesto grosero que ha inventado, la «quenelle», divertido porque la quenelle es un bocado de la gastronomía regional, en forma de chorizo blancuzo y blando, o sea un anti-símbolo de agresión sexual, algo exquisitamente eufemístico. El caso es que hasta militares, bomberos y policías se han dejado retratar haciendo el signo maldito, y como antes se le hacían los cuernos por detrás a las figuras importantes, ahora se les hace la quenelle, al mismo Hollande se lo han hecho. Hay una alegría de colegiales en la difusión viral del gesto, es imposible tomarlo en serio. Pero el gobierno afirma que es un «saludo nazi a la inversa», que merece los mayores castigos. El pueblo mira con los ojos de Dieudonné a nuestro ministro del interior, y lo ve como un inquietante protagonista del teatro del absurdo.
Con el mismo sentido del humor delicado, Dieudonné ha lanzado una copla que se burla del negocio del holocausto, y esta se canta, junto con la Marsellesa, en pleno palacio de justicia, en París, cuando él está citado . Dieudonné no es el único en pronosticar que el actual gobierno no llegará a ver el fin del año 2014. Además, el ministro del interior aspira a ser el próximo presidente, lo cual no ayuda al entendimiento con Hollande.
Es un verdadero golpe de estado por parte del CRIF lo que se está produciendo, los medios están paralizados por el miedo, el país real está dividido. Globalmente, los jóvenes, más los revisionistas y los revolucionarios, más todos los que sienten humillados y frustrados en este país, adoran a Dieudonné, se identifican plenamente con él, con sus chistes, su antisionismo, su guerrilla arrolladora por internet. Del otro lado se agolpan asustados los tristones, los bienudos, los devotos de Israel, los que odian a los moros, morochos y demás «razas inferiores», en fin, todos los que pretenden representar la rancia Francia seria, la madurez, la sensatez, la autoridad. Se suceden encuestas, votaciones, peticiones: una abrumadora mayoría se declara a favor de Dieudonné; el último programa televisivo impulsado por el ministro del interior para atacarlo produjo el efecto opuesto al deseado: los votantes a favor de Dieudonné pasaron del 60% al 86% a medida que avanzaba el programa.
El gobierno lo acusa de antisemita y racista. Pero entonces hay que considerar que la mayoría del país lo es también, y especialmente la juventud, y todos los humildes, y todos los humillados. En realidad, podría ser que la campaña anti-Dieudonné haya sido lanzada para distraer a la opinión pública de los verdaderos problemas del país, el desempleo, el alza de los impuestos, la política exterior aberrante, la inflación, la corrupción y la indecencia. Hace unos meses, la cuestión del matrimonio gay había sido implementada con semejante cínico objetivo. El tiro les había salido por la culata a los instigadores: manifestaciones de millones de personas congregadas los Campos Elíseos de París, desprestigio del gobierno que no quiso tener en cuenta esta oposición mayoritaria, desprestigio de los diputados que por ínfima mayoría votaron una ley considerada como simple etapa antes de la legalización del tráfico de niños y úteros, la flamante y repugnante industria de la prole, que ya está teniendo un horrible encanto para traficantes mafiosos como el sector del trasplante de órganos y la cirugía estética. Al frente de la resistencia a las aberraciones de la ley, el mismo Dieudonné ha venido encarnando el rechazo popular a la ideología gay, con burlas feroces en contra de la nueva ley. Y a medida que pasa el tiempo, las burlas contra el matrimonio gay no dejan de aumentar, la ley no ha producido ningún efecto de autocensura, sino todo lo contrario. Tanto es así que el gobierno no se atreve a acusar a Dieudonné de homofobia: el campo de la risa puede más.
El mismo fracaso le espera a las autoridades en el terreno del supuesto antisemitismo de Dieudonné: ya la justicia francesa no se doblega como hace algunos años ante el tabú, los abogados también son más atrevidos. Las grandes voces antisionistas no van a dejar a Dieudonné solo, ya Gilad Atzmon, el jazzista israelí, lo defiende con un video, mientras el brillante y altanero teólogo suizo Tarik Ramadan da el ejemplo a seguir entre los musulmanes. Como siempre sucede, son los deportistas y raperos negros los más arrojados en defender a Dieudonné, cuya familia paterna es de Camerún, con la rabia de los que no se olvidan del papel de los traficantes y banqueros judíos en el tráfico negrero, en la deportación de los africanos y su despiadada esclavización, más cuando los descendientes de dichos negreros siguen siendo dueños del 99% de las tierras en Martinica y Guadalupe, aliados fervorosos de Israel, entusiastas ante la destrucción de Libia, y están listos para la recolonización militar del África.
Y ocurre al fin lo que realmente teme el lobby proisraelí: la gente más ingenua descubre que hay gato encerrado con la historia oficial de la persecución nazi a los judíos. Como lo escribe el periodista disidente Jérôme Bourbon, gracias a Dieudonné, los franceses se percatan por fin de que el sistema occidental que lleva al desastre financiero, económico y social, descansa sobre un bluff : el chantaje al antisemitismo, en cuanto uno hace la menor pregunta sobre lo que encubre verdaderamente la palabra holocausto, pues a Dieudonné le dicen «negacionista e incitador al odio».
Quieren provocar a Dieudonné para que confiese que no cree en cámaras de gas ni en millones de inocentes judíos precipitadas como mansas ovejas en ellas (Francia tiene una ley específica para prohibir la investigación sobre este punto histórico): él contesta, con su mejor cara de retrasado mental: pregúntenle a Faurisson, yo no entiendo de eso (siendo Faurisson el fundador del revisionismo histórico). Si logra mantener el tema en el plano del humor, como ha sabido hacerlo con el tema gay, el pánico del CRIF está justificado. Hace algunos meses, el CRIF declaraba: «ya Dieudonné no hace reír a nadie», cuando al contrario, su audiencia se volvía fenómeno nacional; obviamente, no le hacía gracia ya a nadie … del CRIF. No es fácil mantenerse en ese plano con tema tan serio, sobre el cual cuajan sombrías cóleras: los judíos se creen amenazados de muerte, los palestinos, objetivamente víctimas de un planificado genocidio, miden su desgracia sin fin.
Dieudonné, terco en sus chistes, genial y corajudo, no retrocede: reafirma que le encantaría ir preso o ser asesinado en su teatro: la mayor gloria para un artista rebelde. Sin atreverse a defenderlo, el programa satírico de marionetas «Les Guignols», por Canal +, pone al viejo líder Le Pen comentando: ¡por fin puedo hacer públicamente el saludo nazi, ya no es lo peor de lo peor! La historia moderna de Francia no tiene muchos héroes, pero nuestros autores cómicos nos siguen definiendo. Todo el mundo sabe que Dieudonné es el nuevo Molière, el que hace avanzar nuestra sociedad denunciando a los nuevos siervos y a los nuevos amos. Y si lo hace con la truculencia de Rabelais, es por ser él, auténticamente, el pueblo.
Los seguidores de Netanyahu no se equivocan: él es un verdadero peligro para ellos. Insisten en señalar que es amigo de Thierry Meyssan, del brillante polemista nacionalista Alain Soral, de la militante ecologista y anticolonialista de extrema izquierda Ginette Skandrani. Hacen bien, pues Dieudonné ha logrado crear con las tres tendencias críticas que representan dichas figuras el frente de la dignidad y la honestidad, y toda la izquierda que se asusta de sus embates frontales está cayendo en la insignificancia. Y está surgiendo de la Francia más moderada la respuesta católica que puede volverse masiva: por qué no se persigue por igual a las femen que insultan a Cristo sin el menor humor y profanan las iglesias, corrompiendo abiertamente a los niños? El 26 de enero se espera una gran manifestación de la cólera católica contra el gobierno. Cada día los vengativos voceros del CRIF aumentan los motivos para sumarse a ésta.
Falta poco para las elecciones municipales, en marzo, y las europeas en junio. Dieudonné ya está dando consignas de boicot contra los candidatos que participen en el linchamiento. Los payasos son ellos, él es el artista y el verdadero educador de los franceses, el Ulises que le clava una espléndida quenelle al ogro tuerto. El resto del mundo se da cuenta.
Maria Poumier, 8 de enero 2014
http://www.plumenclume.net/articles.php?pg=art1521.
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