Erdogan con el agente de la CIA Mahdi Harati, miembro de la Flotilla de Gaza)
Millones de turcos, árabes y musulmanes han visto en Erdogan un héroe libertador después de su show ante Shimon Peres en Davos en 2009. En realidad, se trataba de una puesta en escena. Como lo muestra su nueva expedición militar contra Siria y su deseo de llevar a cabo un falso atentado, todo al servicio de sus amos en Washington. Bahar Kimyongür disecciona para Investig’Action la falsimedia de esta «Operación botín de guerra»…
Erdogan con el agente de la CIA Mahdi Harati, miembro de la Flotilla de Gaza)
Una fuerza expedicionaria yihadista entrenada en el sur de Turquía progresa hacia la ciudad costera de Latakia, en el noroeste de Siria. Compuesta principalmente de combatientes europeos, asiáticos, magrebíes, turcos, árabes del Mashreq y del Golfo y de algunos sirios extraviados entre los cuales se cuentan turcomanos, esta legión extranjera representa el caballo de batalla final del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, en su guerra por procuración contra Siria.
Después de la revuelta de millones de turcos contra su política represiva y beligerante, después de las revelaciones sobre su participación en una vasta red mafiosa y sobre todo después de tres años de fracasos en el frente sirio, Erdogan parece jugarse el todo por el todo. ¿No había prometido a sus seguidores que rezaría en la mezquita de los Omeyas después de que el gobierno sirio fuese derrocado?
A falta de haber podido realizar su proyecto megalómano, Erdogan siente por igual la necesidad de conquistar las mentes como las tierras de los pueblos insumisos. Para eso, se inspira en la herencia imperial del país, soñando ser el nuevo Selim I, el Sultán otomano apodado «El Terrible» o «El Cruel», el mismo que sometió Siria y Egipto a principios del siglo XVI.
Erdogan no bautizó por casualidad con el nombre de su mentor imperial el tercer puente del Bósforo, actualmente en construcción. Como el sultán Selim, Erdogan quiere reinar sobre Siria y Egipto. Y como el sultán Selim, Erdogan envía sus tropas a masacrar a lo alevíes , alauíes y otras comunidades sospechosas de infidelidad, herejía o de proximidad a Irán.
Sin embargo, a diferencia del sultán – califa temible, Erdogan no es sino el títere de otro Imperio más fuerte que él, el de los EE.UU. Su carrera política como jefe del Estado se caracteriza por su voluntad de conciliar sus ambiciones personales con los intereses de sus amos. Lo mismo sucede con su apoyo descarado al terrorismo y la guerra en Siria, apoyo que alentó y tuvo al mando desde el comienzo de la crisis siria a través de su socio estratégico americano.
Falsas banderas anti turcas, la CIA, Menderes y Erdogan
Una conversación top secret entre los oficiales turcos, planificada por Erdogan y difundida la semana pasada a través de las redes sociales reveló que el jefe de los servicios de inteligencia Hakan Fidan estaba preparado para bombardear el mausoleo del abuelo del fundador del Imperio otomano, Suleyman Shah, situado en un enclave turco en territorio sirio, para justificar la entrada en guerra de Ankara contra Damasco.
Sultan Erdogan neo otomano estaba pues dispuesto a destruir un tesoro del patrimonio nacional para su propia gloria e indirectamente, por el bien de América. Esta no es la primera vez que un gobierno turco organiza en coordinación con Washington un falso ataque contra un edificio turco de alto valor simbólico para abusar de otros mas débiles que él.
En 1955, los servicios secretos turcos perpetraron un atentado de falsa bandera (false flag) contra la casa de Mustafa Kemal Ataturk en Salónica, Grecia y acusaron a los comunistas turcos de ser los autores. En esa época, Turquía estaba dirigida por Adnan Menderes, un primer ministro «islamo-conservador » pro estadounidense. Gracias a esta «estrategia de la tensión», los espías turcos y estadounidenses trataban de justificar su guerra interna contra los comunistas turcos.
Como resultado de ese falso ataque, el 6 y 7 de septiembre de 1955, las iglesias griegas y armenias, las sinagogas, escuelas, casas y tiendas fueron saqueadas, quemadas, hubo hombres que fueron linchados en pleno corazón de Estambul, debido a su identidad religiosa. La operación fue orquestada por el Gladio turco, el ejército secreto de la OTAN entonces en guerra contra el «peligro comunista». Precisamente Adnan Menderes, el hombre de la CIA en los años 50, que cubrió el pogrom de Estambul, también se ha erigido en el modelo de Recep Tayyip Erdogan.
El régimen de Ankara en guerra contra los armenios de Siria
Si bien el plan de ataque del mausoleo otomano en territorio sirio no ha tenido éxito, los armenios de Siria y otras minorías tachadas de «incredulidad», ahora son nuevamente el objetivo del régimen en Ankara. Efectivamente, desde el primer día de la primavera, las hordas de yihadistas procedentes de Turquía invadieron Kassab, un pueblo armenio y alauí situado en las laderas del monte Casio en el noroeste de la provincia costera de Latakia. Bautizada como la «Operación Botín de guerra» ( Anfal ) por los líderes yihadistas, esta nueva incursión bárbara no podría ser un nombre más explícito.
Para facilitar el avance de los invasores yihadistas, la Fuerza Aérea de Turquía derribó un MIG 23 sirio que protegía Kassab. Para derribar el avión, Erdogan invocó una violación del espacio territorial de Turquía por el avión sirio. Sin embargo, el avión se estrelló en el área de Kassab, en Siria. El piloto, Ismail Thabet, no es ni Superman ni está equipado con un mono de tipo wingsuit (traje de alas). Saltando en paracaidas, aterrizó lógicamente en Siria, a varios kilómetros dentro de sus tierras.
El régimen de Ankara, de ese modo no sólo ha atacado a Siria, sino que también ha proporcionado cobertura aérea a los mercenarios. Por ejemplo, el Observatorio 45, con vistas a la zona montañosa de Kassab, cerca de Kastal Maaf, fue conquistado brevemente por la legión extranjera de Erdogan gracias al fuego de artillería del ejército turco. En cuanto a los yihadistas heridos en combate, fueron trasladados por los militares turcos a los hospitales de la provincia turca de Hatay.
Ante el avance de los yihadistas, los habitantes de Kassab y de los pueblos de los alrededores se han resignado a huir de Latakia. Sólo unos pocos armenios de edad avanzada, sin duda acosados por el espectro del éxodo, al ser perseguidos durante un siglo, prefirieron quedarse.
Ellos fueron el blanco de la violencia y la humillación : sus casas fueron saqueadas, sus crucifijos, sus botellas de vino y sus existencias de cerdo fueron destruidas bajo sus miradas, como lo reconoció el jefe militar saudí Abdullah Mhesne (Francia 24 , 26 de marzo de 2014). Respecto a los patriotas que resistieron el asalto yihadista, fueron pasados a cuchillo. Ese fue el caso de Nazem Shehadeh. El pasado agosto, su madre, su esposa y sus dos hijos fueron secuestrados por terroristas simplemente porque eran alauies. Cientos de civiles y soldados sirios murieron durante el asalto turco-yihadista a la provincia norteña de Latakia.
Siria, el nuevo Vietnam de los EE.UU.
Sería ingenuo creer que los EE.UU. eran neutrales, desinteresada e inexistentes en este nuevo asalto contra el territorio sirio. Desde el comienzo de la guerra en Siria, las fuerzas especiales estadounidenses y la CIA están discretamente desplegados a ambos lados de la frontera turco-siria.
Del general Paul E. Vallely al senador John McCain, toda la vieja guardia militar de EE.UU. que luchó en Vietnam ha procedido a la inspección de las tropas yihadistas del norte sirio a partir de la Turquía de Erdogan. Decenas de fotografías muestran a Vallely y McCain junto con los comandantes yihadistas en Turquía y en Siria. Esta presencia de EE.UU. es una prueba suficiente de la cooperación entre el gobierno de Erdogan y el establishment de EE.UU. en la guerra contra Siria.
Recordemos de paso, que después de la invasión de Irak por EE.UU., Erdogan se había declarado vicepresidente del Proyecto del Gran Oriente Medio ( «Büyük Ortadogu Projesinin Esbaskaniyim» en turco), el plan de conquista en su versión de «poder blando» (soft power), de los países árabes, que fue elaborado durante el reinado de George Bush.
Como la revolución de color de marzo del 2011 patrocinada por Washington ( recordemos la participación de Robert Ford, embajador de EE.UU. en Siria, en las protestas anti gubernamentales) fue sometidos por el Estado sirio, éste ahora se enfrenta a una insurrección terrorista, igualmente patrocinada por Washington.
A pesar de algunos de sus altercados mediatizados, debidos a su temperamento impetuoso, el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan resulta ser un procónsul leal y entusiasta, dispuesto a reclutar a todos los psicópatas del globo en su campaña militar contra Siria. Millones de turcos, árabes y musulmanes han visto en Erdogan un héroe y libertador tras su «One Minute» show ante Shimon Peres en la cumbre de Davos en 2009.
En realidad, Erdogan no ha heredado de los sultanes conquistadores más que su arrogancia y crueldad. Todo lo demás es sólo cine de Hollywood.
Traducción: Collectif Investig’Action
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