Orlando Romero Harrington
17 de febrero, 2014
ORH+
Año 15 de Revolución Bolivariana.
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Si eso es así, estamos jodidos!. me dice Sandra. En su rostro se refleja incredulidad, furia, valentía. Como en viejos tiempos, el pueblo de Bolívar se unta el rostro en líneas negras. Marrón, negro, cobre. Blanco, moreno. Mestizo. Muchos asumen estas horas como las últimas. Nadie en la calle. La noche en Mariche es casi siempre, adornada por parrillas en la vía, vallenato, cerveza. En cualquier hueco donde haya techo, a bailar. Esta vez ruedo por la carretera y un profundo silencio organiza la escena. Balza maneja el camión 350, y me dice:
—-Ahora que tú me dices esa vaina, de verdad que el barrio está muy callado.
—No es normal, no?
_No, a esta hora eso es vallenato trancao.
_Ujúm.
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La mañana comenzó corta, pesada como un café cargado.
Caracas haciendo lo que debe hacer. Llevando a los niños al colegio, al trabajo. Comprar las cosas. A un ojo depresivo como el mío, se le antojó calificar de autómatas a los que iban de un lado a otro, con la cabeza baja muchos, mirando fijo otros. De una manera u otra, en Caracas se sabe que los carajitos de la burguesía no se paran temprano, que comienzan a formar peos después de la diez. Tienen un horario tácito, los malparíos para trancar las calles. Avanzo por la entrada de la autopista, mientras Carlos me va formando peos por haberme parado tarde.
—Ahhhh, pero si hubiéramos bajado a las 5:30 de la mañana, estuviéramos cómodos. Yo prefiero así. Pararme temprano.
__A que hora?
__5:30.
__Nojodas estás loco.
En la carretera, los destrozos. Suficientes para trancar la calle, desviar el tráfico y molestar a sus vecinos. Suficiente, como para enviar el mensaje simbólico “o estás con nosotros, o contra nosotros”. Quién ha hablado en Venezuela sobre el odio de la burguesía al chavismo? Muchos. Pero quizás el enfoque de esa clase media, consciente, moderna, no ha sido contado, y entendámoslo. Tenemos que vivir con ella. Tenemos que convencerlos de que no hay nada más allá de muerte, destrucción e injuria en los planes imperiales. Porque de no hacerlo, habremos perdido el legado del Comandante Chávez, que es la patria y que se dice unidad. Que debemos, estamos obligados y se acabó el tiempo a hacer real la comunidad de los nuevos tiempos, florecida en socialismo es cierto. Que nuestro proyecto apunta a la creación de un Estado Venezolano enmarcado dentro de las líneas del Plan de la patria, maravilloso. Pero por ahora, estamos en esta disyuntiva y me sumo a los que pretenden sortearla, siguiendo la idea de Nicolás Maduro. Ellos saben que con cada mes, el proyecto de Maduro cala en los huesos de la población. Lo saben y están hartos. El imperialismo estadounidense ha emplazado al Gobierno Bolivariano con exigencias diluídas en jaque mate. Maduro ha dicho fuego. Aquí, no hay nada más que hablar.
Que Maduro debe bañarse en hierro fundido para ganarse el respeto? Qué de tanto conoces la idiosincracia venezolana? La Revolución necesita actividad, ejercicio. Nos volvemos sedentarios. Queremos a Maduro como lo hemos visto recientemente. Lo queremos como el Chávez que gritó, aquella noche, desde lo más profundo de su ser Váyanse al carajo! Y eso sólo se logrará cuando las condiciones lo permitan. Personalmente, no tengo duda del corazón de Nicolas. Y confío que se le atraviese el apellido, pronto.
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Para el diario El Universal, eterno conspirador contra la Revolución Bolivariana, en las manifestaciones “se metió el malandraje”. Por eso, por esa actitud de xenofobia, de ese desprecio ancestral por lo diferente. Por ese desplante ante el olor, el color del otro. Por creerse mejor humano. Por eso, es. Esta batalla, de producirse será ejemplar. Porque hay tanto resentimiento, hay tantas razones para reaccionar visceralmente fruto de las operaciones psicológicas a través de los medios que nos enfrentamos a zombies, articulados por la moda, la simbología fascista y el frenesí que antepone la locura en sus rictus. Mirar a una mujer que se te viene encima, pálida hasta llegar a blanca, cabello negro y boca roja que es planta, es vagina con dientes en un cuarto gris, que también es un túnel. Unas camas de hospital, un hospital viejo. Un frío que taladra los huesos, la sensación de ser visto y rotar. Alerta sónica, nervio.
Cuando pienso en lo que he visto, palidezco. He visto ojos de tanto desprecio, que es la locura, hermano. De verdaíta.
Lo dije esta mañana en la radio. Habrá un traidor. Lo pensé, lo converse con gente de mi confianza. Lo medité. Es que tiene toda la lógica del mundo. Washington sabe que un presidente impuesto, no duraría quince días en Venezuela. Necesitan a un burgués con guiño a la oligarquía. De nuevo, olvidan al pueblo.
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Qué hacer? Activarse. Conversar. Movilizarse. Leer. Romper los muros de la desinformación. Para los pobres de esta Patria, no habrá paz sin Maduro al frente. Porque así lo quiso Chávez. Para nosotros los chavistas, no habrá paz hasta que América Latina esté unida y le escoñetemos la vida al Imperialismo Estadounidense. Simple. Lo que se juega aquí es la protección de América Latina como continente. Este silencio internacional, este clima de blockout que envuelve la comunicación internacional no nos resulta sorprendente. Nos están invisibilizando. Aterrorizan a nuestro pueblo.
Veo líneas de fuego en las calles. Veo la combustión de una fuerza imparable, que destruirá todos sus resortes económicos, que meterá el dedo en cada tienda y en cada fábrica. Veo a muchos añorando lo que tenían. Veo violencia sin distinción porque la rabia no tiene centro, es como una escopeta de perdigones. Es “holística”..
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