Josafat S. Comín
30 de enero, 2014
El blog de Josafat S. Comín
Mientras traducía un comunicado del PC de Armenia sobre la situación en Ucrania, me estaba preguntando qué tiene que pasar allí, para que el PCE (de IU ya ni hablamos) escriba alguna nota similar de condena y solidaridad. Sí, el pasado 28 de enero por fin dieron señales de vida, colgando unas declaraciones del PCU (que por cierto yo ya había traducido el 23, bajo el título: Cómo evitar la guerra civil en Ucrania). He repasado las noticias aparecidas en la sección “Internacional” del Mundo Obrero digital y en la web del PCE, y durante los últimos dos meses solo he encontrado una nota de dos párrafos, el 17 de diciembre, relativa a Ucrania. Es una nota del PIE en su habitual tono “ni-ni”.
¿Para cuándo una nota de solidaridad con el PCU y en general con todas las fuerzas, que están enfrentando al fascismo en Ucrania? ¿Cuántas estatuas más de Lenin tienen que derribar, cuántos ministerios e instituciones del gobierno en distintas ciudades, tienen que tomar los “banderistas”? ¿Cuántos monumentos a los caídos por la liberación de Ucrania del fascismo, se tienen que profanar?
El fascismo lleva dos meses desatado, amparado y espoleado por toda la reacción internacional, aterrorizando un país entero en el otro extremo de Europa y aquí seguimos callados. Miento. La semana pasada leía un tuit del diputado de IU, Alberto Garzón, donde recomendaba un artículo de “La Vanguardia”, para aproximarse a la realidad ucraniana…
Pues si es la sección de internacional de “La Vanguardia”, nuestro referente a la hora de analizar la situación internacional, ya me quedo mucho más tranquilo. Ya hemos tenido ejemplos muy claros de congruencia política en los últimos años , a la hora de reaccionar ante escenarios similares, como el que se dio en Bielorrusia en las últimas presidenciales, donde los hermanos ideológicos de los que hoy han convertido Kiev en un campo de batalla, con fuego real, (financiados y animados por los mismos actores políticos, por cierto, solo que en aquella ocasión no tuvieron la osadía de aparecer públicamente, a lo McCain, para arengar a sus muchachos para que luchen “por la democracia hasta la victoria final”. Por suerte Bielorrusia tiene un presidente digno y está lejos de convertirse en una triste colonia, como Ucrania), intentaron tomar al asalto la sede del Gobierno y de la JEC.
En aquella ocasión, sí que hubo una nota de protesta…pero en la dirección equivocada.
Seguramente esperaremos a que terminen de ejecutarse los planes imperialistas de la Troika, de la OTAN, una vez que esté instalado un nuevo gobierno títere en Kiev, con mayoría suficiente para aprobar leyes como la ilegalización del Partido Comunista. Imagino que daremos tiempo a que los “banderistas” en el gobierno conviertan el natalicio de su líder, colaboracionista de los nazis, en fiesta nacional, se le restituya el título de héroe nacional, -que aprobara Yúschenko en su día- y desfilen con antorchas (como ya hicieran el 2 de enero), camino de la estatua que le erijan en el centro de la capital, que bien pudiera sustituir a la del derribado Lenin.
Eso en el mejor de los casos. El peor de los escenarios ya comienza a tomar forma y las palabras “guerra civil” aparecen en la mayoría de análisis de medios rusos y ucranianos. La triada de la muerte, de la sumisión a occidente, los Yatseniuk, Klichko, Tiagnibok, dan la impresión de haber perdido el control sobre sus niñatos fascistas, a los que parece que poco importa lo que estos tres negocien con un gobierno (cada vez más débil e incapaz de imponer su legitimidad) y las concesiones o cuotas de poder que puedan conseguir, mientras terminan de reunir a sus huestes para el asalto final, formalizando su golpe de Estado mediante unas presidenciales anticipadas.
La gente dispuesta a pararle los pies al nacionalismo ultraderechista ucraniano, empieza también a organizarse. Cientos de mineros de la cuenca del Donbass, formaron un cordón de seguridad en torno de la sede del gobierno regional en Donetsk. Escenarios similares se están repitiendo en numerosas ciudades. Los llamamientos que hace el PCU a mantener la calma, no caer en provocaciones y no convertirse en carne de cañón en las disputas por el poder entre los dos clanes oligárquicos, parecen caer en saco roto.
Mientras, los pacíficos “eurointegristas” de Maidán están hoy mismo, 30 de enero, haciendo un llamamiento a filas, a alistarse en la “guardia nacional”. Creo que no hace falta ser politólogo para ver hacia donde nos lleva esto.
Hablando de politólogos, estuve oyendo esta semana, una tertulia radiofónica en la emisora “RSN” (Servicio Ruso de Noticias), donde Anatoli Vasserman, famoso erudito y politólogo ucraniano, afincado en Moscú y Evgueni Fiódorov, diputado de “Rusia Unida”, debatían sobre la situación en Ucrania y la posible evolución del conflicto. Ambos coincidían en lo fundamental y discrepaban en hasta qué punto merece la pena luchar por las regiones de Ucrania occidental, la Galitzia. Vasserman daba por perdidas esas regiones, mientras que Fiódorov insistía en que no se puede abandonar a su suerte a la población rusa que allí vive. Como exponía Fiódorov, asistimos a una nueva y decisiva batalla de la Cuarta Guerra mundial, veinte años después de haber perdido la Tercera. El Imperio anglosajón (EE.UU.- R.U.) y el Imperio alemán (Unión Europea), han unido sus fuerzas y van con todo para evitar que Rusia, que está despertando después del K.O. que recibió, pueda recomponer fuerzas y volver a unir las ramas del tronco común del pueblo ruso (rusos, bielorrusos y ucranianos) y plantarles cara en la escena internacional. La línea del frente ha llegado a Kiev, la cuna misma del pueblo ruso. En esas barricadas se decide hoy la historia de Rusia. Si Kiev cae y occidente con ayuda de los fascistas, como siempre ha hecho, se hace con el control de la situación, terminando de convertir a Ucrania en una triste colonia, al estilo de Polonia, Rumanía o las repúblicas bálticas, Moscú será la siguiente parada. «Es una guerra de exterminio, los anglosajones no hacen prisioneros», manifestaba Fiódorov.
¿Alguien puede imaginar bases de misiles estadounidenses en suelo ucraniano o la sexta flota atracada en Sebastopol, lo que siempre ha sido base de la armada rusa en el mar Negro? Después de ver cárceles secretas de la CIA en exrepúblicas soviéticas, todo parece posible.
Estas son algunos de las opiniones que pueden oírse en las tertulias políticas de los medios rusos. Si no hubiese oído el nombre y cargo de quien estaba hablando, hubiera pensado que se trataba de algún diputado del PCFR…El partido lleva años repitiendo que la única posibilidad de sobrevivir de Rusia en el mundo actual, es mediante la reunificación con Ucrania y Bielorrusia, mediante la unión de sus potenciales.
Por cierto que el hablar públicamente de la posibilidad de que Ucrania se fracture y descomponga como el Estado que conocemos, hace ya tiempo que dejó de ser tema tabú. Ya en el primer Maidán del 2004 se podían leer análisis al respecto. Ahora tras los últimos acontecimientos, esa posibilidad está muy cerca de convertirse en realidad. ¿Qué pasaría en ese supuesto? Si ese escenario se materializa, Rusia no tendría otra salida que dar un paso al frente y proponer la formación de un Estado unificado con esa Ucrania que no desease vivir bajo un gobierno de corte fascista y títere del imperialismo. Las declaraciones de algunos parlamentos regionales como el de Crimea van en ese sentido y no son casuales. Fiódorov hablaba incluso de someter a referéndum el nombre de ese nuevo país (salido de la unión de Rusia con las regiones del este y sur de Ucrania), que bien pudiera ser “Rus”.
Si los “banderistas” de “Svoboda” ganan Kiev, (donde desde hace ya años, tienen más votos que los comunistas), que más parece ya el extrarradio de la muy fascista Lvov, cuesta poco imaginar cuáles serán las dos siguientes paradas de ese avance hacia Moscú: en Moldavia y Bielorrusia, llevan ya años cavando sus trincheras, para el combate final.
En Moldavia, donde desde hace 14 años el Partido Comunista es la fuerza más votada y solo la unión de toda la oposición vendepatrias y prorrumana evita que pueda gobernar, se deben celebrar elecciones en otoño. Y el año que viene toca Bielorrusia, la penúltima piedra en el zapato europeo del imperialismo, durante los últimos casi 20 años.
Cuando la quinta columna bielorrusa, con ayuda de sus hermanos “banderistas”, y los servicios de inteligencia polacos, alemanes y suecos, vuelva a intentar una revolución de colores, (creo que pocas dudas puede haber al respecto), ¿volveremos a mirar para otro lado o a condenar la represión del “gobierno dictatorial”? ¿Seguirá siendo nuestro referente político un engendro quintacolumnista?
Me ha tocado leer estos días un panfleto que circula por algún medio cercano al 15-M, de un supuesto sindicato de trabajadores ucraniano, maidanista él, donde se atacaba al PCU por colaborador del gobierno represor…La imbecilidad parece no tener fronteras, al igual que la hipocresía de nuestros medios de manipulación.
¿Alguien puede imaginarse un escenario similar en algún país europeo, en el que milicias paramilitares tomen ministerios y el gobierno no intentase desalojarlos?
Sí es cierto, el PCU votó a favor del endurecimiento (mediante ese paquete de leyes aprobados el 16 de enero y que han tenido que derogar el 28, en una nueva bajada de pantalones del gobierno) de la ley para combatir el vandalismo. ¿Queremos acaso que quede sin castigo, sin responsabilidad penal, la destrucción de monumentos dedicados a los héroes de la Gran Guerra Patria, de aquellos que liberaron al país de la peste fascista, de esos mismos que intentan ahora una nueva revancha histórica, precisamente el año que se cumple el 70 aniversario de aquella gesta?
La impunidad legal que han vuelto a conseguir los fascistas ucranianos, les refuerza en el objetivo que sus amos de la democrática Europa les han marcado: “luchar hasta la victoria final”..
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