Mario Casartelli
Mayo 2013
Vale la pena leer una y otra vez el texto publicado, ya en los inicios de 2012, por Michel Chossudovsky, con el título “Siria: ¿la próxima guerra de la OTAN?” El autor presenta detalladas referencias a lo que desde hace décadas planifican las potencias de Occidente con intenciones de apoderarse de Siria. Da cuenta de que “las ‘protestas’ no emanan de las divisiones políticas internas, como se describe en los medios de comunicación. Desde el primer momento, eran el resultado de una operación de la inteligencia de Estados Unidos y la OTAN dirigidas en forma encubierta para desencadenar el caos social, con el fin de desacreditar al final al gobierno de Bashar Al Assad y desestabilizar a Siria como Estado Nación”.
“Una intervención militar ‘humanitaria’, siguiendo el modelo de Libia se contempla. OTAN, Fuerzas Especiales de Gran Bretaña, Francia, Qatar, Turquía ya están sobre el terrero en Siria, en violación flagrante del derecho internacional”. Así, una sucesión de hechos que se cumplieron paso a paso, como si el autor tuviera una bola de cristal. Pero no. No es algo mágico. Es solamente la voz de la experiencia, de quien ha visto y estudiado y siguió viendo todo cuanto señala en su escrito.
Doy a leer a amigos y algunos de ellos me dicen,con cierta arrogancia: “Muy esquemático”, restando importancia a la actual invasión mercenaria extranjera. Y prefieren centrar atención en la cantidad de años que Al Assad está en el poder, como si el resto de los hechos no existiese. Y aunque las advertencias de Chossudovsky suenan a repetición es, tal sistematicidad es inobjetable. Porque, precisamente, ese es el esquema repitiente del diabólico juego de las potencias occidentales.
Así de simple. ¿Recuerdan que en 1989, se produjo derrumbe del bloque socialista tras la caída de la URSS? Entonces, el imperio expansionista buscaba un nuevo enemigo que justifique sus andanzas por el orbe para seguir subsistiendo como tal. Y se vino aquella denominada “guerra” del Golfo, cuya repartija del mundo fue disfrazada con la eufemística frase: “nuevo orden mundial”. Y pese a los recaudos maquillados del imperio, la gente esgrimió una contundente frase: “Sangre por petróleo”.
No está demás repasar un poco el diseño aplicado en Iraq: en nombre de la “democracia” destrozar el país, instalar un gobierno acorde al neoliberalismo, apoderarse de las riquezas, conceder préstamos para la reconstrucción de lo derrumbado y así, con un endeudamiento infinito, agarrarle del pescuezo al pueblo iraquí. Tampoco está demás repetir lo de Libia, en donde se aplicó el mismo engranaje, que no denominamos Caballo de Troya, como hacen algunos, simplemente por la falta absoluta de disimulo en su proceder.
Y ahora, los mencionados aliados del Imperio -entre los que se encuentra también Israel- quieren aplicar el mismo esquema usurpador en Siria: cargar leña el fuego de algunos malestares ciudadanos, manipular la información sobre los hechos reales, proveer de armas a mercenarios contratados y apelar a lo que fuere (terrorismo de por medio) para causar confusiones en la población.
Eso lo intentan no sólo desde hace dos años, sino desde hace décadas. Pero no lo consiguen. Y acaso (ojalá) no lo conseguirán, porque ya los Sirios aprendieron que esa táctica es la misma de siempre. Y el envejecido “factor sorpresa”, que tan favorables resultados dio a los invasores en otras instancias, hoy se vuelve un boomerang contra ellos. Precisamente, por esquemático. Pero, ojo con los diálogos de paz en los cuales participa el gobierno de los EE.UU. Porque, conociendo el historial, eso sí puede ser un Caballo de Troya.
Mario Casartelli (Asunción-Paraguay. Mayo de 2013) .
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